Buena vida tengan todos ustedes, como lo han venido haciendo mis compañeros al momento de publicar sus primeros escritos es un gusto para mi presentarme y decirles que mi nombre es Lobo, sí, como lo lees, Lobo, bueno en realidad ante el estado e instituciones descentralizadas mi referencia es otra, pero este es el primer nombre con el que fui llamado en este mundo y es el que me ha seguido a lo largo de mi estancia en él, bueno por el momento es suficiente presentaciones y me adentraré a hablar un poco sobre el tema que elegí para esta primera publicación y este es el por qué de mi pecho frío, sí señor lector este pobre hombre padece de una de las enfermedades más raras que un hombre (entiéndase como genero y no como especie) puede sufrir en este mundo, padezco de un pecho gélido, no te preocupes amigo, no es una enfermedad que me impida realizar la mayoría de las actividades que un hombre haría a lo largo de su vida, lo único que me impide es el sentir alguna afición por un equipo del balón-pie, sí, como lo lees, no siento la necesidad de corear un gol, gritar un tiro del equipo que juega el domingo en la tarde, desgarrarme las ropas al ver como un arbitro se traga sin masticar un clavado de veinte centímetros por cuatro de radio, en fin no me causa nada en lo absoluto. No hagas conclusiones apresuradas, el fútbol es el deporte más hermoso del mundo y cuando juega la selección nacional me transformo para convertirme en el fanático más grande que puedo ser, nada importa más que el juego de mi amada selección, pero, ¿hinchar por un equipo?, hace mucho tiempo que ese calor de pasión no se siente en mi pecho.
Por lo que puedes percibir de lineas anteriores podrás haberte dado cuenta que no siempre fue de esa manera, no señor, es mi pena confesar que ese calor que invade el pecho de todos los hombres al ver a su equipo disputar un encuentro lo sentí por los pumas de la universidad autónoma de México en alguna etapa de mi vida, pero este desapareció y los únicos culpables fueron los jugadores que vistieron la camiseta azul y oro del año 1991 al 2003, en esos años de austeridad de campeonatos y de falta de buen juego, como una infección fui invadido por el virus del pecho frío y como el doctor que se ve ante la presencia de una enfermedad desconocida me vi yo, sin poder hacer nada para evitar que no pudiera sentir nada más por un equipo de fútbol. Ahora que conoces la verdad de mi pecho frío te preguntaras qué fue lo que pasó, por qué no gritaste como la mitad de las personas que conoces cuando San Hugo logró hacer que los pumas de la universidad consiguieran el bicampeonato, por que no regresaste a la hinchada, la mitad de las personas que conforman la afición de los pumas hoy, asomaron la cabeza en ese momento y la otra mitad, conformada por personas que no tenían mayor interés en el deporte y que decidieron en ese momento que eran aficionados de los multinombrados desde el instante mismo de su concepción en este mundo gritaron a todo pulmón que eran campeones, ¿por que no lo hiciste tú?, la respuesta es muy simple, el virus del pecho frío había invadido hasta el último rincón de mi ser, no podía siquiera ver las repeticiones de los goles o los especiales que aparecían en tele, esto causo una consecuencia inesperada para la ciencia medica, encargada del estudio de este mal, esto es, apareció un odio imposible de describir con palabras, un odio al equipo de los pumas de la universidad autónoma de México y a todos los seguidores villamelón que aparecieron al momento de conseguir ese bicampeonato, sin embargo, eso sera tema de otra publicación, en este momento el tema de mi odio a los pumas sale a la superficie pues como todos saben esta semana disputan la final del fútbol mexicano ante los hipocampos de Cancún, sólo espero que, como ferbiente detractor del fútbol que practican los pumas, estos no se encuentren siquiera cerca de obtener el título.
Pues bien sin más que agregar por el momento te mando un saludo y espero que no lo tomes personal, un abrazo (Lobo)
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1 comentario:
¿Conoces el origen de tu enfermedad? Yo creo (de acuerdo a tu relato) que se debe a que no puedes ser hincha de los llamados equipos grandes.
En estos equipos -América, Chivas, Cruz Azul (si es que todavía es grande)- se tiene la expectativa siempre de ser campeones y punto; y cuando logran este objetivo los aficionados siempre se multiplican. El caso de los Pumas fue más notorio (y ridículo), pero fue el mismo síntoma.
¿La cura? Busca un equipo no tan grande o incluso pequeño, así ya no tendrás los mismos problemas (el campeonato del Atlante solo nos dió como 15 aficionados más) y podrás disfrutar a todo calor del hermoso deporte que es el futbol.
Así que, si así lo decides, puedes iniciar tu búsqueda en Cancún, donde siempre recibiremos con agrado afición nueva.
¡Mejórate pronto!
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